Voy a empezar hablando por el pasado. Días antes de partir mis
familiares y amigos me hacían la pregunta más frecuente; "¿Estás
nervioso?" A lo que yo respondía que no, no tenía nervios, tenía ganas
de ir y aunque suene típico, vivir la experiencia. El día de coger el
avión el estrés se apoderó de mi, por si la maleta pesaba más de lo
permitido, por si se me quedaba algo y dejar relaciones que comenzaban
atrás, pero quesaba cada vez menos y debía estar a tiempo en el
aeropuerto. El camino se me hacía eterno y cuando me di cuenta ya me
estaba despidiendo de mis padres y acto seguido esperando a que el avión
saliese. El vuelo se hizo largo pero gracias a mi "compis de vuelo" fue
bastante ameno. Llegamos por fin a Roma y nos encontramos a la otra
parte del grupo que habían viajado aparte. Una vez allí nos quedaba lo
más duro, hacer noche en el aeropuerto para al día siguiente coger la
guagua para llegar a la estación de tren y coger el tren hasta Reggio di
Calabria. Fue bastante duro pero una vez nos encontramos en el tren
todos dormimos un poco y nos sirvió para recargar algo las pilas.
Llegamos a Reggio di Calabria y Paolo y Nazarena nos recibieron, no los
imaginaba tan jóvenes y amables, un encanto desde el principio. Después
de poder ordenar las maletas en el coche nos llevaron hasta el piso. El
piso es maravilloso, frío también hay que decirlo, molto freddo
jajajajaja, pero me gusta mucho. A la mañana siguiente tuvimos una
reunión con Paolo donde conocimos a Santina la que iba a ser nuestra
profesora de italiano en los próximos cinco días y nos explicaron
algunos detalles. Comenzaba ya nuestra experiencia en Reggio di
Calabria.